En esta columna, voy a reflexionar sobre el vaivén entre sacrificios y momentos de profunda felicidad. Quiero compartir las cosas "buenas" y las no tan buenas que tiene la vida de un deportista de alto rendimiento. En otras palabras, mi día a día.
Desde chico, si se me mete algo en la cabeza, busco la manera de hacerlo, sin importar el esfuerzo que requiera. Así fue que mi primer gran esfuerzo fue con 17 años al irme de mi país, alejarme de mi familia, amigos y lugares que amaba. Esos primeros ocho meses alejado de casa definitivamente marcaron mi vida. Me perdí de vivir muchas cosas con mi familia, hasta mis cumpleaños de 18 y 19, que los pasé alejado de mi núcleo familiar cercano. También estuve lejos de mis abuelos queridos en quienes el tiempo va dejando huellas.
Este ya es mi tercer año que vivo más tiempo fuera de Uruguay y mi familia y por más que por momentos no sea algo que me preocupe, hay otros en los que extraño montones. Sobre todo cuando estoy enfermo o surgen ese tipo de problemas que necesitas conversar con personas de tu intimidad.
Por otro lado, muchas veces cuando hablo de esfuerzo las personas se imaginan que me refiero al no salir a fiestas o al acostarme siempre temprano. Pero esto no es así: para mí no es un esfuerzo acostarme temprano sabiendo que al otro día voy a poder estar en el agua tempranito o no salir en la noche para al día siguiente surfear toda la mañana. Esto lo hago sin ningún tipo de esfuerzo. Es que disfruto del día, sobre todo de las mañanas, que para mí son el mejor momento del día.
Lo que más disfruto es poder ir al agua todos los días. Hay pocas cosas que se comparan con estar dentro del océano y surfear una ola. El flotar, sentir el agua en los pies, sentir el viento en la cara mientras uno está en la ola, es una de las sensaciones más placenteras y difíciles de describir. Por lo tanto, no es un esfuerzo.
En cambio, el entrenamiento físico fuera del agua, prácticamente todos los días, ese sí, pero lo hago sabiendo que me ayuda a seguir mejorando. A mí lo que me gusta es estar todo el día en el agua, pero, como en cualquier otro deporte, para mejorar no se puede únicamente eso, es importante también entrenar el físico.
Me gusta pensar que todo esfuerzo tiene su gran recompensa: el vivir lejos de casa hace que pueda estar mas tiempo adentro del mar, el entrenar hace que pueda surfear más horas y mejor, o el viajar a competir hace que conozca el mundo, que es increíble.
También los resultados deportivos que obtuve en los últimos años han sido una de las mayores recompensas al esfuerzo y han sido resultado de este. Y el conocer personas de distintos lugares y culturas diferentes que luego se transforman en amigos también es una recompensa.
Espero que las ganas de seguir mejorando y creciendo nunca se apaguen. Estoy dispuesto a seguir "sacrificando" algunas cosas para poder ir acercándome cada vez un poquito mas a mis sueños y a la vez ir disfrutando del camino.
Por Julián Schweizer | @julian_schweizer
Acá podés leer la columna anterior, en la que Julián cuenta cuáles son sus objetivos, entre ellos, mantenerse dentro de la élite del longboard mundial.
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